domingo, 31 de mayo de 2009

Minería, Comercio, Hacienda, Reparto de tierras, Agricultura

MINERIA


Canteros, Códice Florentino. Las piedras extraídas se utilizaban en la escultura y la construcción. Contra lo que deseaban, los españoles no encontraron en Nueva España oro en grandes cantidades. En cambio, a partir de 1548 se descubrieron ricas vetas de plata en varios puntos del territorio. El metal produjo grandes riquezas y fue la principal fuente de ingresos para la monarquía de España.
Muchas ciudades se fundaron en las cercanías de las minas más ricas. Algunas siguen siendo poblaciones importantes, como Zacatecas, Guanajuato y Durango. Otras, al agotarse la plata, se convirtieron en pueblos fantasmas, llenos de elegantes edificios abandonados.

Las minas consumieron las vidas de miles de trabajadores. En ellas el esfuerzo era agobiante, los accidentes frecuentes y las enfermedades se presentaban tras unos cuantos años de labor.

Para mantener las minas en actividad sus dueños compraban esclavos, conseguían indios cautivos o se veían forzados a pagar salarios relativamente altos.
La extracción de plata produjo las fortunas más grandes de la Nueva España. Los mineros exitosos eran dueños de haciendas y palacios, compraban títulos de nobleza y exhibían su riqueza en toda ocasión. Pero el minero con suerte era uno entre miles. Los que fracasaban realizaban cualquier trabajo, o vagaban en busca de una nueva oportunidad. Algunos, que se habían enriquecido, lo perdían todo cuando la veta se agotaba y no podían pagar sus deudas.





COMERCIO

Las actividades comerciales importantes, en especial las que se realizaban con el exterior, estaban controladas por los negociantes españoles y eran vigiladas por los funcionarios de la monarquía. La Colonia vendía principalmente plata, azúcar, cacao, pieles de ganado y maderas finas. En cambio compraba vinos, herramientas, telas finas y aceite de oliva.
La principal vía comercial era el camino que iba de Veracruz a México y de ahí a Acapulco. En aquella época la región que rodeaba a esos puertos era insalubre. Veracruz sólo tenía gran animación cuando llegaban las flotas de España, y Acapulco al recibir el famoso Galeón de Filipinas, que transportaba artículos de lujo de Oriente.

El crecimiento del comercio era obstaculizado por un gran número de impuestos que cobraba el gobierno colonial y porque todos los negocios con el exterior tenían que hacerse con la intervención de España. Además, la monarquía se reservaba el derecho de vender ciertos artículos, como el mercurio que era indispensable para la extracción de la plata.

La incipiente industria textil de la Colonia. La otra gran plaga del comercio fue la piratería marítima. Tanta era la audacia de los piratas, que el gobierno obligó a los navieros a enviar sus barcos en grupos y con escolta de buques de guerra.
La única industria que realmente se desarrolló en la Nueva España fue la textil. Se fabricaban telas de lana y de algodón en talleres llamados obrajes. Decenas de talleres fueron establecidos en las ciudades de la región central. Generalmente se empleaba a trabajadores cautivos, presos por algún delito o endeudados con sus patrones. De esa manera era difícil que escaparan a pesar de las duras condiciones de trabajo.






AGRICULTURA
Aunque la minería era la fuente más buscada de riqueza, la mayoría de los habitantes de Nueva España se dedicaban a la agricultura y la ganadería. De ellas se obtenían alimentos para la población y productos para comerciar con Europa y Oriente.
Había grandes diferencias entre la agricultura practicada por los españoles y la de las comunidades indígenas. Los españoles explotaban grandes extensiones de tierra, las haciendas, compradas o recibidas como donaciones del monarca. Al principio de la Colonia los grandes propietarios hacían trabajar sus tierras a grupos de indígenas recibidos en encomienda, a quienes supuestamente debían proteger y educar cristianamente, a cambio de tributos y trabajo gratuito. Cuando a mediados del siglo XVI se suprimió la encomienda y se prohibió la esclavitud de los indios, los propietarios obtenían trabajadores por salarios muy bajos.
En las zonas templadas, los españoles sembraban preferentemente trigo, pero a veces con maíz en surcos intercalados. Las regiones cálidas vieron surgir plantaciones de caña e ingenios azucareros y en menor medida plantíos de cacao.
La ganadería en gran escala también fue practicada por los españoles. Las planicies del Bajío y del norte fueron dedicadas a la crianza de reses, caballos, mulas y ovejas.
Los esclavos negros trabajaban en el campo, las minas y el servicio doméstico.
Los indígenas fueron expulsados de las mejores tierras y tenían constantes problemas para conservar sus propiedades, lo que provocó rebeliones en distintos momentos de la época colonial. Sin embargo, subsistieron centenares de comunidades campesinas dedicadas sobre todo a los cultivos tradicionales de maíz, frijol y chile. De acuerdo con la antigua costumbre indígena, la tierra era propiedad de la colectividad pero cada familia era responsable por su trabajo y dueña de sus productos.
La mayor parte de la agricultura en Nueva España era de temporal. A años de buenas cosechas seguían con alguna frecuencia temporadas de sequías, causantes de escasez y hambrunas en las ciudades y el campo.
Observa que dos de los rasgos de la agricultura mexicana de los siglos XIX y XX se originaron en la Colonia: la concentración de tierras en pocas manos y la propiedad comunal de superficies pequeñas.




REPARTO DE TIERRAS
la colonización se inició con el establecimiento de villas o ciudades, y a la par se constituyó un aparato de sujeción y gobierno. En las capitulaciones quedaron las primeras normas: al jefe de la expedición correspondía fundar ciudades en determinado tiempo y se le facultaba para repartir tierras y solares. Al respecto no habría una legislación general sino hasta 1573.
Como justificación a la conquista material que se estaba llevando a cabo en las tierras recién descubiertas, fue imprescindible para la Corona la ayuda y participación de órdenes religiosas que se dedicaran a enseñar a los indígenas la religión católica. Amparados bajo la idea de que los indios eran semisalvajes e idólatras, los conquistadores encontraron en la evangelización el pretexto para intervenir en sus vidas e imponer la cultura española.
Además de la Iglesia, hubo otras instituciones coloniales que se arraigaron en el XVI y que estuvieron íntimamente ligadas a la evangelización, a la tierra, al trabajo indígena y a la justicia. La primera a considerar es la Encomienda, que no implicó la propiedad agraria, sino sólo su posesión y el derecho a recibir tributo en especie y/o trabajo de los indios, a los cuales los españoles debían adoctrinar. No obstante, la tierra pudo ser poseída a título personal mediante merced real, aunque su extensión debía ser moderada. De acuerdo a los grados de desarrollo económico, para los españoles el concepto de dominio agrario era distinto del de los indígenas: tendía al individualismo y al acaparamiento por su afán de riqueza y poder; en cambio, para los indígenas de regiones densamente pobladas, la tierra era la base esencial de su existencia y trataron de preservar el régimen de propiedad comunal.
*Las Mercedes fueron las donaciones reales de bienes (de su patrimonio y el de la corona) y títulos a cambio del apoyo dado a la alta nobleza o del clero en pago de algún servicio) tienen su origen en Castilla y fueron aplicados a las colonias.
*El Repartimento, fue la asignación de indígenas como fuerza de trabajo gratuito para los encomenderos de la América española o para la corona, que tuvo lugar durante la época de dominio colonial español (siglos XVI-XIX). Aunque no debe confundirse con la encomienda, que era propiamente un reparto de tierras que se efectuaba entre los conquistadores y colonos españoles, ambas instituciones estaban estrechamente ligadas y tenían origen en el sistema utilizado para repoblar el valle del Guadalquivir (península Ibérica) a partir del siglo XIII. El sistema se exportó a las Indias desde el principio de la conquista, aunque variaba enormemente de una zona a otra, tanto en razón de la dureza del trabajo (era mucho más penoso el trabajo en las minas que en las explotaciones ganaderas o en la agricultura), como del porcentaje de indios al que afectaba (normalmente en torno a un séptimo de los varones adultos, en turnos rotatorios), y del grado de aceptación por parte de éstos.

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